miércoles, 5 de diciembre de 2007

Pañuelo blanco, y lágrimas de cristal.



A mi colegio vino a hablar una simpática anciana hace ya unos días, su nombre es Delicia González, y es una de las fundadoras de "Madres de Plaza de Mayo."

Nos reunieron a toda la secundaria en el comedor, y mientras esperábamos que la anciana apareciése, yo tenía la mente enfocada en cómo sería y pensaba, erróneamente, los problemas que tendríamos si Delicia tuviése un bajo de presión al recordar cómo los militares habían hecho jirones su vida.

Al penetrar en el comedor, acompañada de su bastón, me rozó ligeramente. Y puedo asegurarles, lectores, que nunca en mi vida vi una persona con tanta portación de historia vestir tan humildemente. Delicia González vino acompañada por una mujer, de la cual no recuerdo su nombre, era historiadora. Ella habló de la censura, y como mucha gente cínica que "llora" al recordar lo que hicieron los miliates, que hoy está en televisión, en aquellos años fueron importantes activistas del movimiento, ¡Como Raúl Portal! Quién grito en radio : "¡No le hagan caso a ésas locas, (refiriéndose a las Madres de Plaza de Mayo) en Argentina no hay desaparecidos!"

Después del preamulo inicial y las presentaciones, Delicia comenzó a narrar los escalofriantes hechos que compusieron siete años de su destruída vida. Mataron a su hijo, a su hija. Y profanaron el nombre y la memoria de ésta última.

Su cuerpo apareció en los bosques de Palermo, su cadáver todavía vestía el pijama que traía puesto cuando los militares se la llevaron. Como si fuera poco, en Diciembre de ése mismo año, un reconocido diario (no recuerdo cuál ahora) traía impreso su nombre, dicíendo que ésa muchacha había muerto, junto a un centenar de jovenes más) en un enfrentamiento montonero, lo cual, obviamente, era una asquerosa falacia.

Delicia quedó viuda ésos mismos años de tragedia, con ella permaneció su nieto, quien solamente poseía unos meses cuando su tía y su padre fueron reclutados hacia una muerte lenta e injusta.

Lloré mientras Delicia avanzaba con su monólogo, de una forma sosegada. En cambio, a ésta señora tan sólo se le habrán escapado unas cuantas lágrimas.

Algo que me llegó mucho, fue cuando contó el porque del emblema de las Madres de Plaza de Mayo, el ancestral pañuelo blanco. Antes, en la década de los 70, o anterior inclusive, era tradición guardar el primer pañal de los hijos. En ése entonces eran de tela, y completamente blancos. Y por ésa razón las Madres de Plaza de Mayo tomaron los pañales de sus hijos desaparecidos, cosieron sus nombres en ellos, se los colocaron en la cabeza, y salieron a las peligrosas calles del microcentro a clamar por ellos. Cabe recalcar que éstas señoras estuvieron SOLAS en todo momento, ni la Iglesia, ni nadie era capaz de apañarlas, o de ayudarlas. Recuerdo haber escuchado a Delicia y a la historiadora contar que la reina de Holanda envió grandes cantidades de dinero para ellas, y éste dinero se utilizó para llevar a cabo una importante fundación (la cual, tampoco recuerdo).

Dos horas reloj habrá durado la charla, y cuando faltaba un poco menos de la mitad, el comedor se fue vaciando, y fuimos quedando unos pocos. Entonces, Delicia Gonzáles sacó de su cartera el pañuelo blanco, y se lo colocó. Fue realmente un momento muy emotivo, la señora sonreía, sonreía ante nosotros, y en ningún momento dejó de decir "Está en ustedes hacer que lo que se sufrió treinta años atrás no se repita." Les diré, lectores, que en éste momento lágrimas recorren mis mejillas al recordar la imágen.

"ADMIRABLE", es la única palabra que puede describir a Delicia González, en ésta mujer la perseverancia no escaseó nunca, ahora está sola, ya que su nieto vive en México...

¿Cuántos de nosotros habría aguantado lo que ella padeció?¿Cuántos de nosotros seguiríamos luchando como ella sigue haciendo?¿Cuántos de nosotros no habría optado por derrumbarse y no volver a ponerse en pie?¿Cuántos de nosotros no habrían visto un lascivo revolver como la solución a todo?

Es por éso que será ella, y el grupo de Madres de Plaza de Mayo, quienes reciban la dedicatoria en mi próximo libro. Todavía no pensé en ella, pero lo haré, y trataré de que le llegue a mis lectores, tal y como Delicia González pudo llegar a mi corazón aquella inolvidable mañana.

Audio: Joe Strummer & The Mescaleros - Mondo Bongo.

1 comentario:

Vaselina dijo...

me llego me llego te quiero mari